martes, 24 de enero de 2012

ENTRADA 8: La caja de pandora

Me había quedado inmóvil al lado del cuerpo de él. Era un dolor inmenso, había quedado completamente sólo en este mundo. Creo que si nada de esto hubiese pasado, mis compañeros se hubiesen sorprendido de haber estado viendo a un chico de casi 18 años llorar así. Aunque en realidad sabía que ese ya no era el mismo que me había cuidado hasta el día de hoy, sabía que sólo era una criatura horripilante salida de la Caja de Pandora o de algún portal hacia el infierno. Sólo faltaba el fuego y un enorme y espeluznante demonio con un tridente y una cola. Espero no tener que cruzarmelo a ese también.

Finalmente, me sequé las lágrimas y me propuse seguir en marcha. Tuve que meter la mano en el bolsillo buscando las llaves del vehículo. Recuerdo haber gritado sumamente fuerte "lotería", y me empecé a reír como un loco, una risa histérica. Y volví a llorar.

El fuerte sonido de uno de las ventanas de la tienda me sacó de mi estado de trance y me hizo entrar en razón de nuevo. Ese disparo había atraído muchas de esas cosas. Debía apurarme. Me apresuré en bajar las escaleras, y cuando llegué al vehículo, rápidamente lo encendí. Llevaba solamente mis cosas y un par de armas, no creía que me iría a tomar mas  de 20 minutos el viaje hasta el lugar seguro.

Había encendido el Humvee, y la puerta del garaje es automática. Seguía habiendo electricidad. Puse primera y emprendí rumbo hacia la autopista principal, que es la que me llevaría hacia mi refugio.

Lamentablemente, había ignorado el resto de los disparos. Y de lo que hace la gente en una película al tratar de escapar de las ciudades: amontonarse en las rutas principales, que es en donde termina muriendo la mayoría. No me di cuenta hasta que fue muy tarde.

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