sábado, 28 de enero de 2012

ENTRADA 12: Tan cerca pero tan lejos.

Así que ahí estaba, mirándolos como trataban de acercarse a mí. Nos separaba un pequeño muro de poco más de un metro, no resistiría mucho, pero me daría tiempo para idear algo. Y si no lo hacía rápido, iba a estar acabado. Me había puesto a pensar y a analizar el lugar. Hasta el Humvee no debía de haber habido ni 5 metros. Realmente estaba jodido. Me había tirado sobre uno de los grandes tablones de madera que habían ahí que se utilizaban para que la gente se siente.

No había durado ni un sólo minuto cuando me levanté. Sabía cuál iba a ser mi salvación. Estos tablones tenían medio metro de ancho por un total de 7 metros de largo, eran un perfecto plan para poder escapar de ahí. Corrección, era el único, y encima, el más arriesgado. Me exponía mucho a los zombis, pero era mi única oportunidad de salir de ahí.

Habré estado un momento meditando como sacarla de dónde se encontraba, cuando me había fijado que solamente se encontraba apoyada. Menuda suerte la mía, eso me lo había facilitado bastante. Había retirado ese tablón y lo ubiqué en uno de los tablones inferiores que se encuentren a la altura del techo de mi vehículo, y con un gran esfuerzo, pude posicionarla de manera que pueda cruzar "sin problemas" hasta el otro lado. Me había parado en el y lo había probado: caminé un poco para probar su estabilidad y ver que no se me mueva demasiado. Funcionaba, parecía una de las locas ideas de Kenny cuando estaba "alegre".

Me propuse avanzar, despacio al comienzo. Podía ver como trataban de agarrarme con sus manos, pero no sé porque en ese momento me sentía confiado: grave error. Ya me encontraba a poco más de la mitad del trayecto, cuando sentí algo en mi pierna que me jalaba hacia abajo. Uno de ellos me había agarrado en el talón y me quería para el almuerzo. Tironeaba con todas sus fuerzas, cuando más de ellos se acercaron para querer probarme. Me encontraba algo nervioso y asustado, cuando le empecé a patear para frustrar su intento de devorarme. "Esto no resulta", pensé, cuando se me había ocurrido usar el arma. Saqué mi Remington 870 y apunté a su cabeza. El disparo había cruzado en limpio, justo en la frente, entonces le volví a patear para poder librarme de él y salir de ahí. Avancé deprisa, hasta que llegué al techo del Humvee. Todavía le doy las gracias a mi padre por haber tenido este vehículo: la "ventana" que tenía en la parte superior era una escotilla donde se encontraba el soldado que manejaba el M60, un rifle de calibre .50, lo que me iba a facilitar el acceso.

No me tardé mucho en abrir la escotilla y en meterme. Una vez que la cerré, pude ver de más de cerca como los zombis trataban de comerme, pero los vidrios tenían varios centímetros de grosor, ni las balas pueden atravesarlo. Me senté en el asiento del conductor y traté de ponerlo en funcionamiento. No respondía.

- ¿Justo ahora me vienes a fallar, maldito infeliz? ¡Arranca de una vez! - le grité con todas mis fuerzas, y justo arrancó.

Recuerdo haber hecho un grito de felicidad porque cada vez estaba más cerca de poder salir de ahí. Rápidamente metí marcha atrás y me dirigí hacia la puerta, no sin antes atropellar a un par de esos en el camino. Me sentía un jodido cowboy. Juro que me hubiese comprado uno de esos sombreros después de aquella hazaña, pero los negocios estarían cerrados. Dudo mucho que por vacaciones. Al salir a la calle, puse primera y aceleré en toda marcha hasta la entrada de la escuela, la cual queda a la vuelta de la esquina. Frené, me posicioné en la entrada y toqué la bocina para que Abigail saliera. Ahí estaba ella. Me bajé del auto y fui a buscar las cosas que tenía para ayudarla a subir. Puede que el mundo se haya ido al demonio, pero no quería que los modales desaparecieran. Ahora no estoy sonando como yo mismo.

- Estaba preocupada por ti - me dijo, con un cierto grado de timidez - ¿Qué han sido esos disparos?
- Nada de lo que preocuparse, ahora sube, tenemos algo de compañía - le respondí.

Le había abierto la puerta del acompañante y en el asiento de atrás subí todas las cosas. Me subí al auto y nos largamos de ahí. El hospital solo estaba a un par de cuadras, no era muy lejos, pero al ver lo que nos aguardaba, nos quedamos mudos.

- Como no lo he pensado antes, el hospital es el último lugar adonde ir en caso de zombis.
- ¿Y tú como lo sabes? - me respondió, entristecida por la escena de adelante.
- He visto muchas películas cuando era más chico.

La escena era aterradora. Deben de haber habido cientos, o sino, miles de zombis ahí reunidos alrededor de la zona del hospital. Había sangre y marcas de disparos por todas partes: no había duda de que ahí se había librado una batalla no hace poco. No sabíamos adonde ir, ni si su hermano hubiese llegado ahí sin antes haber sido alcanzado por una horda de muertos vivientes. Estábamos desorientados, y al verla a ella, al ver su mirada llena de tristeza, creo que en ese momento se le cruzó por la mente la idea de que le haya pasado algo a su hermano.

- No te preocupes - le dije, tratando de reconfortarla - Encontraremos a tu hermano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario