martes, 24 de enero de 2012

ENTRADA 6: Los ojos de la maldad

5 de Diciembre de 2011.

Todavía recuerdo esa mañana...

Ese día me he despertado alrededor de las 5 de la mañana, había escuchado disparos. Ya estaba acostumbrado a esos sonidos, pero solo cuando yo los produzco. Estaba realmente asustado. Me había levantado y de un salto terminé asomado a la ventana. El escenario era escalofriante. Podía observar como se dirigían camiones del ejército en la dirección donde estaba el hospital. Y no era el mejor escenario como para ir a ver a los parientes que se encuentren ahí. El centro de la ciudad era una jodida zona de guerra.

Ahora que me doy cuenta, me he salteado una parte de la historia.

El día anterior había sido un total desastre. Había escuchado por la televisión que la ciudad cercana a esta había sido declarada en cuarentena, en conjunto a la Ley Marcial. Ahí realmente estaban en problemas. Pero ese lugar no era el que me preocupaba. La enfermedad había llegado a mi ciudad, según lo que había escuchado. Estábamos jodidos, realmente jodidos, fuese lo que fuese, en ese momento sabía que mi salvación sería ir directo al refugio. Con mi padre estábamos esperando hasta el día siguiente para dirigirnos hacia ahí. Esa noche había sido la peor de toda mi vida. Después de haber oído los disparos, me había encontrado a mi padre en el pasillo que conecta las dos habitaciones con el resto de la casa. Ambos sabíamos que no había tiempo que perder, así que rápidamente nos cambiamos de ropa, y empezamos a armar los bolsos. Después de una hora, habíamos dejado de escuchar disparos. Nuestra casa no quedaba muy lejos del hospital, estaba a tan sólo un par de cuadras, tal vez 7 u 8. Cuando estábamos terminando, la alarma de seguridad de la tienda de armas se había encendido. Ambos nos quedamos viéndonos un instante, cuando me dijo que espere aquí. Pasaron un par de segundos en silencio hasta que él bajó. De repente, había escuchado a mi papá gritar, y rápidamente bajé por las escaleras hasta llegar abajo. La escena no era realmente algo lindo para ver, era todo lo contrario: un hombre de unos posibles 30 y tanto de años, lleno de mordeduras. Sus ojos parecían estar reflejando maldad. Recuerdo haber visto lo mismo en una de esas viejas peliculas de clase B, esas de zombies. ¿Pero cómo hubiese sido posible que los muertos hayan vuelto a caminar sobre la tierra? Rápidamente empujé a esa criatura que se venía acercando, de manera lenta pero constante, le propiné una patada en el pecho y rápidamente agarré a mi padre del brazo, y lo llevé conmigo hacia arriba, no sin antes cerrar la puerta de abajo con llave.

No fue hasta que llegamos arriba que me mostró la mordedura de su brazo. Tantas películas de zombies y sabía lo que eso significaba. Estaba realmente jodida la situación.

Habían pasado un par de horas, la infección ya le empezaba a dominar. Sufría de dolor de cabeza, fiebre, la zona donde le había mordido esa criatura estaba realmente infectada. Ni amputandole el brazo sería capaz de revertir esa situación. Pero tampoco podría haberlo hecho, nunca quise ser doctor. En un momento dado, me llamó y me dijo que no me preocupara por él, que me vaya directo al refugio que construyó. Y ahí dejó de respirar. Ese fue el momento en que quedé realmente sólo en esta vida.

Salí de la habitación donde se encontraba el cadáver de mi difunto padre, con una lágrima recorriendo mi mejilla. Sabía que había poco tiempo hasta que el cuerpo se reanimara. Así que cerré la puerta de su habitación con llave, dejando el cuerpo ahí.

Estaba listo para partir. Había recogido todas mis cosas y me dirigía al garaje que se encontraba en la parte de atrás de la tienda. Mi viejo tenía un antiguo Humvee de sus épocas como militar. Debía apurarme. Cuando estaba subiendo mis cosas en la parte de atrás del vehículo, había sentido como si algo hubiese caído al piso en la planta de arriba, y si no me equivocaba, arriba mío se encontraba la habitación de mi padre. Como lo supuse, los muertos volvían a la vida.

Cuando me dispuse a hacer arrancar el vehículo, me había dado cuenta de algo: las llaves quedaron en el bolsillo del pantalón de mi papá. Mierda.

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