sábado, 28 de enero de 2012

ENTRADA 11: Una serie de encuentros desafortunados.

Me había arrepentido de decirle que íbamos por su hermano. En ese momento era una total desconocida y estaba por sacrificar mi vida por alguien que posiblemente ya esté muerto. No entendía cómo semejante estupidez se me podía haber cruzado por mi mente. Pero lamentablemente no podía decirle que no, no podía decirle que su hermano estaba muerto, y además, dejarla por ahí sola, a la merced de los zombis. Por más que haya odiado "socializar", no era una persona tan egoísta como para hacerle eso.

Ambos nos habíamos levantado y nos encontrábamos listos para partir. Era increíble el silencio que nos rodeaba. A mi me gustaba, pero a ella parecía molestarle. De vez en cuando hablábamos, pero nuestras charlas no duraban mas de 2 minutos. Cuando estaba todo listo, le pregunté "¿Vamos?" y me respondió "Si, estoy lista". Saqué todas las cosas que había puesto contra la puerta el día anterior y me fijé que no haya nada en los pasillos que nos sea una molestia. No había nadie. Ahí le dije que teníamos el camino libre y avanzamos por los corredores.

Habíamos llegado a la puerta que nos separaba del gimnasio, la había abierto, pero inmediatamente la había cerrado. "Estamos jodidos" le dije. "Los zombis han logrado entrar al gimnasio, y si nos ven, estamos acabados. Están por todas partes. Están rodeando el Humvee". No había podido evitar ver su cara cuando le dije: reflejaba tristeza. No podía soportar la idea de decepcionarla, no así.

- Idearé un plan, no te preocupes - le dije, tratando de hacerla sentir bien.

Habíamos vuelto a la oficina del director, donde había recordado haber visto un par de planos del lugar. Después de haberlos visto por un momento, había ideado un plan y se lo conté.

- Escucha, este es el plan, me infiltraré a través de los tubos de ventilación hasta el gimnasio. Desde ahí trataré de saltar al techo de mi vehículo. El techo no debería de estar muy lejos, debe de estar a un metro o un metro y medio, por lo que mucho daño no me haré al aterrizar. Una vez ahí, trataré de abrir la ventana que tiene en el techo y entraré, arrancaré el auto y lo llevaré hasta la entrada. Quiero que me esperes del lado de adentro para estar segura, sin que nadie te vea.
- Es una misión suicida - me respondió.
- Es lo único que tenemos. ¿Tienes alguna otra idea en la mente?

Se había callado, y había agachado la cabeza, mirando al piso. Se la notaba preocupada, pues claro, su única esperanza de salir de ahí posiblemente quede en la nada.

- Toma esta pistola - le dije, con una Glock .45 en mi mano - Posiblemente la necesites, sólo por si acaso.

Había dudado por un momento, pero finalmente había aceptado.

- ¿Sabes como usarla, no?
- Si, - me respondió - mi hermano me ha enseñado a usar una, una vez.
- Bueno, nos vemos en la entrada.
- Ten cuidado - me respondió, con una mirada de tristeza.

Me había girado hacia la puerta y la cerré. Después de eso, me fui hasta el baño de varones, desde donde recordaba haberme metido ya un par de veces con Kenny para fumar en medio de las horas de clases, además de que a veces nos escondíamos en la ventilación para espiar en el baño de chicas. Siempre eran sus ideas, yo solo no tenía nada que hacer y el era algo así como un amigo. Había quedado sólo después de su episodio como Superman. Ese jodido idiota había terminado en más de una ocasión bailando semidesnudo a las pocas fiestas a las que me llevó. Retomando el tema, me encontraba arrastrándome a través del pequeño tubo de ventilación hasta que pude ver desde uno de las rejas que tienen estos lugares que mi Humvee estaba un poco más adelante.

En un momento, sentí un ligero crac delante mío, y pude ver como en un instante una parte de la ventilación en la que me encontraba cayó al piso, quedando entrecruzada contra el resto del tubo y el piso.  Me había resbalado y me había caído sobre las gradas de la tribuna. Ahora todos los zombis se me venían encima. Tenía que pensar en algo, y rápido.

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