sábado, 25 de febrero de 2012

ENTRADA 22: Sufrimiento...

Estaba tirado en el piso. Me encontraba desmayado, pero podía escuchar las voces, podía escucharlos hablar. Estaban organizándose para la búsqueda de mis compañeros. Todavía podía sentir la ira recorriendo cada centímetro de mi cuerpo. Por mi culpa tal vez hayan estado a punto de morir Abby, su hermano y todo el resto de los que ahí se encontraban. Era un idiota. "Si salgo de esta, me la van a pagar" pensé.

- Oiga, jefe. Creo que los hemos encontrado. Acompáñenos, están en la morgue.
- Mierda, los encontraron - me repetía a mi mismo, mientras trataba de despertarme.
- ¿Qué hacemos con el chico? - preguntó uno de esos tipos
- Tu cuídalo y fíjate que no haga ninguna tontería por si se despierta.

Mierda, me encontraba totalmente inmovilizado. Trataba de hacer que mi cuerpo reaccionara pero simplemente no podía. Era inútil, era un simple vegetal tirado en el piso, no servía de nada tratar de ayudar. Creo haber sentido como una lágrima me recorría la cara. En un instante sentí una serie de disparos. Había un tiroteo. "Mierda, ¡es un jodido tiroteo!" pude lograr decir mientras me recorrían lágrimas a través de toda la cara. Podía sentir como se movía mi mano. Sentía el enojo, podía sentir la adrenalina.  Solo podía pensar en Abigail, en el hecho de que pudo pasarle algo. Trataba de moverme lo menos posible mientras me despertaba. No quería que el "guardia" (por así decirlo) se diera cuenta de que estaba despierto. Quería sorprenderlo.

Tenía los ojos abiertos. Trataba de analizar en que parte del salón se podía encontrar. Él estaba sentado en una de las sillas fumando un cigarro a tan solo medio metro de distancia. Inmediatamente me levanté y antes de que se diera cuenta había logrado patearlo y dejarlo aturdido momentáneamente. Había logrado sacarle el arma y un cuchillo que tenía en su pierna. Tenía otro más guardado pero no lo iba a dejar desarmado, ahora que el mundo se había ido al carajo debíamos guardar lo que quedaba de humanidad. No podíamos ser egoístas, y menos ahora, cuando más se lo necesita.

Retomando. Estaba dirigiéndome a la morgue. El efecto de la adrenalina se me había pasado, ya estaba sintiendo dolor de nuevo, me encontraba mareado, me había perdido un par de veces en el camino. Estaba realmente afectado por todo esto, tenía que descansar apenas pueda.

Estaba realmente decidido a seguir tratando de llegar a la morgue. Debía hacerlo. Seguí corriendo, sin importarme el dolor, cuando me habían embestido. Era una chica con una capucha. No se podía ver su cara, y mucho menos en toda esta obscuridad. Me había empujado contra una pared y me había sacado el cuchillo que anteriormente yo le había sacado a uno de esos hijos de puta. Se quedo mirándome un instante cuando dijo un par de palabras que tuve que esforzarme para poder escuchar.

- No puede ser, pero si eres tú...
- ¿Pero qué...? ¿De qué estás hablando?

Se había sacado la capucha y me había dicho "¿No me reconoces? Soy Liz, del colegio". Liz, o Elizabeth, tenía a su padre que había sido amigo del mío en el ejército. Fuimos a la misma escuela juntos. Eramos casi iguales. Ambos eramos unos antisociales. Tal vez podríamos haber sido buenos amigos, la conozco desde pequeño.

Me había dejado de apuntar con su cuchillo y habíamos podido entablar una conversación de lo más normal. Hablamos sobre como hicimos para terminar en todo este embrollo sanos y salvos, me comentó que se había venido hasta el hospital porque necesitaban un par de medicinas en su casa. Su casa debe de ser demasiado segura, tal vez tanto como mi refugio, pero por la ubicación, mi refugio era la mejor idea.

- Mierda, me he olvidado, me ha encantado hablar contigo Liz, pero tengo un asunto demasiado importante - le dije mientras estaba girándome para dirigirme hacia la morgue.
- ¡Espera! - me respondió - Toma este walkie - talkie, asi nos podremos poner en contacto.

Me había entregado el walkie - talkie y había emprendido el rumbo de nuevo hacia la morgue. Seguía preocupado en Abigail, no sabía que le podría haber pasado, si estaba bien, o si por lo menos seguía con vida. No iba a poder perdonarme si algo le pasaba. Estaba a un par de metros. Di la vuelta en la esquina por el pasillo y había quedado asombrado por la escena.

No había podido evitar largarme a llorar mientras entraba. Habían varios cuerpos en el piso, sangre por todas partes, la adrenalina no me había dejado escuchar todos los disparos efectuados. Estaba sintiéndome mal, estaba llorando. Me senté y me recosté sobre una de las paredes. El dolor era simplemente indescriptible. No soportaba quedarme solo de nuevo. Simplemente, no podía. La idea de suicidarme ya se encontraba entre mis pensamientos.

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