viernes, 17 de febrero de 2012

ENTRADA 20

Había descansado un momento, cuando decidí levantarme. Estaba seguro que ningún zombi entraría ahí. La puerta era difícil de abrir a menos de que se tenga algo de coordinación. Me decidí levantarme y seguir mi camino. Seguía cansado, a cada momento se me cruzaba por la cabeza acabar con todo esto. Si no me mata uno de los monstruos, me mataba Ben. En donde me encontrase, terminaría muerto. Una idea genial.

Seguí mi camino abriéndome paso a través de los pasillos. Trataba de no encontrarme con muchas de esas criaturas, no estaba en el estado físico necesario para poder pelear con ellos, y un disparo llamaría la atención de muchos más zombis, sin olvidar el hecho de que despertaría a la gente que se encontraba en la morgue. Eso me había salvado la vida la vez anterior, pero ahora no me serviría de nada.


Estaba sólo, débil. En esta posición era un blanco fácil. Tenía que simplemente moverme. Aunque mi cuerpo no pueda, tenía que intentarlo. No podía quedarme inmóvil mientras veía como trataban de devorarme todas esas monstruosidades salidas del infierno. En cierta manera estoy agradecido por lo que sucedió, la mayoría de la gente era una mierda. Ahora hay menos, más difícil de encontrar en su estado puro (léase, vivo), y más fácil de encontrar en su estado contaminado (léase, zombi). Mejor. El mundo de por sí se estaba yendo al carajo antes de esta situación, y una vez en el refugio, podría olvidarme de todos los problemas durante un tiempo.

Mientras me encontraba sentado, había empezado a llorar después de esa reflexión. Cuanta gente inocente debe haber acabado como una de esas cosas, tanta gente que no debe merecer haber acabado así. No entendía nada, no se por qué yo seguía peleando por mi vida mientras la mayoría de ellos pudo haber sido mejor persona que yo. Tenía que estar agradecido por la suerte que me había tocado. 



Tenía que volver. Abigail me caía bien, es más, me estaba empezando a gustar mucho. Era una buena chica. Ella merecería vivir más que cualquiera de nosotros los que sobrevivimos. No podía hacerle esto de irme, y menos de negarle un buen refugio donde quedarse. Era lo mejor que cualquiera podría ofrecerle en este mundo.

Inmediatamente me había levantado y me había dirigido con destino a la morgue de nuevo. No me vendría mal algo de compañía de ahora en adelante.  Me sentía totalmente solo en este mundo. De por sí ya lo estaba antes, pero ver que ahora realmente me encontraba así... Tenía que controlarme o iba a acabar con un disparo en la cabeza cualquiera de estos días. La adolescencia no es fácil, y esto no lo facilitaba. 


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