lunes, 6 de febrero de 2012

ENTRADA 17: Callejón sin salida.

No podía respirar. No podía pensar, me encontraba acorralado en un callejón sin salida. Me había podido levantar, pero había necesitado mucho esfuerzo. Ya de pie, me empujo con la culata de la Remington que me había sacado.

- Apúrate, dime hacia donde es - me dijo.

No podía hablar, todavía me faltaba el aire y me encontraba mareado. Recuerdo que un poco más adelante habían dos zombis que nos habían visto y se nos venían encima. Con mucho esfuerzo había podido decirle la frase "¡¿vas a disparar o vas a dejar que nos coman primero?!". El golpe que me había dado había sido demasiado fuerte. Después de haber efectuado los dos disparos me dijo que me apure y me volvió a golpear. Me encontraba enojado, pero en la posición en la que me encontraba no podría salir muy beneficiado de la situación. Había caído al piso de nuevo. Estaba escupiendo sangre. Me agarró del brazo y me levantó.

- Chico, ya te hubiese matado, pero eres mi esperanza de salir de aquí. No es nada personal - me había dicho, de nuevo con ese tono burlón. - Apúrate, esos disparos deben de haber atraído a un par de zombis y algo de compañía.

Ya nos encontrábamos en el lugar donde había acabado Ben con la mayoría de los zombis, y le había dicho que siga por el túnel derecho.

- Ahí vas a encontrar el Humvee, ahora por favor, déjame tranquilo - le dije, con una furia que me recorría todo el cuerpo.
- ¿Te crees que esto ha terminado? Tu vienes conmigo.

Y para el colmo, esa pesadilla no terminaba. Tenía que seguir aguantándolo, en ese estado en el que me encontraba no podía durar mucho. Me encontraba pensando en por qué mierda me había ido de ahí. Sino hubiese sido tan egoísta, nada de eso hubiese pasado. Ya se me estaba haciendo común maldecir, ya era prácticamente un hábito en ese mundo apocalíptico. Quien no lo haga, tenía que estar loco, de alguna manera tenía que encontrar la forma de descargarse.

Nosotros con ese loco que me acompañaba continuamos nuestro camino, ese pasillo parecía interminable, y cada par de pasos, me caía o necesitaba descansar. Ese tipo estaba lo suficientemente cuerdo como para tenerme paciencia y no matarme en el intento, sabía que si me mataba sus posibilidades de encontrar ese vehículo eran más imposibles que ahora.  Ya habíamos llegado al edificio en el que habíamos entrado Abby y yo el día anterior en la búsqueda por su hermano, cuando logré decirle:

- Ahí afuera está, toma las llaves - le dije mientras tenía las llaves del Humvee en mis manos.
- Listo, ya no me sirves más, mocoso - me respondió.

Tomó mis llaves y se volteó. Por un momento pensé que eso había acabado, cuando de repente, dio media vuelta y me pateó en el pecho, tirándome hacia atrás. Ya no tenía fuerzas para levantarme. Se me acercó y me apuntó con el arma. No podía pronunciar una sola palabra, me encontraba débil. Toda mi vida había pasado frente a mis ojos, pensé que iba a morir ahí.

- Ni loco te mataré yo. Dejaré que uno de estos que andan por aquí acaben contigo. - me respondió.

Mi cuerpo estaba repleto de ira. Se estaba marchando y me había dejado con un par de zombis, todos en mi dirección. No podía moverme, me faltaba el aire, me encontraba indefenso, no tenía ni una puta arma. Fue la primera situación en la que realmente me encontraba jodidamente jodido. Tenía que hacer algo, esos caníbales no venían precisamente a invitarme a una fiesta. Yo era su botín.

No hay comentarios:

Publicar un comentario