miércoles, 14 de marzo de 2012

ENTRADA 28: De las trampas a lo profundo del mar...

A veces me ponía a recordar los tiempos anteriores a estos. Las veces que escapaba del mundo y me encerraba en mi música, una parte tan importante de mí que no podía imaginarme estar sin ella un sólo día. Era como tratar de respirar sin pulmones. Así de importante. Había servido realmente para ayudarme después de la muerte de mi madre, y la creciente locura por parte de mi padre. En aquellas épocas, me sentía solo, pero jamás comparado a los sentimientos que se me cruzaban hasta el momento en el que me puse a reflexionar sobre mi vida, mientras nos movilizábamos hacia las escaleras. Tratábamos de hacer el menor ruido posible. Teníamos poca munición y en nuestro estado mucho no íbamos a lograr. Se notaba en la cara de todos que estábamos físicamente cansados. O psicológicamente agotados. Probablemente ambas opciones eran las correctas.

Ben iba adelante, guiándonos. Yo iba al final, cuidándole las espaldas a Liz y a Abby. De vez en cuando regresaba al mundo real, pero la mayor parte me la pasé pensando en como había desperdiciado mi vida. No tuve amigos, mis relaciones con los demás eran, por así decirlos, nulas. Con mi padre no nos dirigíamos mucho la palabra, y apenas nos veíamos, solo en raros casos. Mas o menos todo se había originado con la muerte de mi madre. Creo que debería de haber aprovechado la oportunidad de haber ido a un psicólogo. Realmente no me lamento de eso, me gusta como soy, pero será difícil encontrar uno que no quiera tratar de comerme. Mierda.

- Oye, ¿estás bien? - me preguntó Abigail.

- Si, sólo me puse a pensar - le respondí

Abby asentó con la cabeza y continuó avanzando. Ben se detuvo antes de llegar y se dio media vuelta para hablarnos.

- Escuchen, esto es lo que vamos a hacer. Tengo un par de walkie - talkies. Abby, tu tomarás uno e irás con tu "noviecito" a la pieza de nuestra madre. Liz y yo iremos a ver una salida que no nos "comprometa" demasiado.

- Está bien. Abby, sígueme - le dije, mientras su hermano y Elizabeth se dirigían hacia la cafetería en busca de nuestra salida del infierno.

Ben inmediatamente me dirigió la palabra, diciéndome:

- Cuida a mi hermana.

- Lo haré - le respondí. - No te preocupes.

Nosotros dos seguimos avanzando, hasta que llegamos a las escaleras. Seguían sin vernos los zombis, era un punto a nuestro favor. Subimos por las escaleras hasta el primer piso, donde me fijé que esta vez no hayan muchos "obstáculos" en nuestro camino. No como la vez anterior. No quería tener que cargar, además, con alguna otra muerte más sobre mi espalda. "Es la habitación 107" dijo ella. Asentí con la cabeza y seguimos caminando. Habíamos llegado a la esquina del pasillo y doblamos, donde rápidamente empujé a Abby hacia donde estábamos momentos antes.

- ¡Oye! ¡¿Por qué hiciste eso?! - me gritó.

- Espera, cállate. Está lleno de zombis doblando la esquina. Conté más de 6. - le respondí. - Mira.

Hice que mirara y luego hice que vuelva a donde estaba. "¿Ves?" le dije.

- Espérame aquí, limpiaré el camino y volveré por ti.

- Está bien. - me respondió.

Inmediatamente me di la vuelta y me dirigí hacia los zombis. Agarré la Remington y apunté hacia la cabeza del primero. Bang. El segundo me había visto antes, y antes de que reaccionara, había recibido un disparo en la cabeza. Bang. Me acerqué al tercero que aún no sabía que pasaba y recibió otro disparo. Bang. Uno estaba bien cerca mío, tanto que no podía levantar la escopeta. Saqué el cuchillo que tenía guardado en su funda en mi pierna y se lo clavé en la cabeza. El próximo no estaba tan lejos. Estaba apuntándole, cuando Abby me había gritado desde el fondo: "¡Espera! ¡Esa es mi madre! ¡No dispares!".

Cuando me había volteado para poder escucharla, el zombi que antes era lo que podría haber sido mi suegra se me había abalanzado encima, y antes de poder reaccionar, me encontraba luchando por mi vida, nuevamente.

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