viernes, 9 de marzo de 2012

ENTRADA 26: Dolor de huevos

La vida se estaba tornando demasiado interesante en esos momentos para mi parecer. La vida y la muerte eran separadas por una delgada línea difusa que nadie llegaría a saber entender. Y ahí nos encontrábamos todos los sobrevivientes, en el medio de la línea, sin saber que habrá en el futuro cercano, ni si habrá un mañana. Seguía sin encontrar razón para seguir, solo me motivaba el hecho de que en algún momento apareciera algo que me haga seguir, pero no había nada que valga la pena, solamente mi vida. La vida de los demás no importaba mucho, y la naturaleza humana, por más que necesitemos comunicarnos para subsistir, su instinto más básico es el de sobrevivir, sin importar qué.

Así que ahí nos encontrábamos, de nuevo enfrentándonos con la muerte, una vez más. Zombis por todos lados. La muerte nos acechaba a cada paso que dábamos, un solo paso en falso y podríamos estar viendo nuestras vidas frente a nuestros ojos. Algo que hasta ese momento no había vivido, y me alegraba por ello. Volviendo a la historia: estábamos en el techo, observando los zombis tras las puertas que conducen al interior del hospital, por un lado; por el otro, uno tras otro saliendo por esas escaleras, al ritmo que su estado les permitía moverse, acercándose. Yo solo tenía un par de cartuchos en mi escopeta, y no conocía el estado de las armas de Ben y Liz. Esperaba que el resultado sea positivo, sino hubiésemos estado en el mayor lío en el que he estado.

Habíamos empezado a dispararles mientras tratábamos de ver alguna salida. Ben y yo habíamos visto lo mismo: la entrada al ala este del hospital. Se encontraba a 50 metros de nosotros, y el camino estaba libre, pero el estado del interior del hospital no lo conocíamos, y por la expresión de los demás, no íbamos a lograr sobrevivir con la cantidad de munición que nos quedaba. 

Rápidamente avanzamos por el tejado del edificio hasta llegar a la otra puerta, donde Liz con sus conocimientos pudo abrir la puerta. Me alegraba que en ese momento haya estado con nosotros. Sin ella posiblemente hubiésemos muerto ahí arriba o en el interior si los "caminantes" llegaban a atravesar la puerta que pudimos haber destrozado de una patada. Menudo lío en el que nos metí.

Una vez adentro, Ben cerró la puerta y con un hacha que había detrás de los vidrios de "En caso de emergencia" trabó la puerta. Eso los contendría, pero deberíamos de darnos prisa. No lo haría por mucho tiempo. De sorpresa, me agarró del cuello y me empujó contra la pared.

- ¡¿Estás loco?! ¡Casi haces que nos maten! - me gritó, enfurecido - Dime una razón por la que no debería de matarte en este preciso momento.

- Porque lo amo - dijo Abigail, mientras una lágrima le cruzaba la mejilla de su cara.

"¿Qué...?", le respondió Ben, sorprendido; ambos estábamos sorprendidos. Ninguno se lo esperaba. Creíamos que toda esta situación la estaba afectando. Pero Ben no tuvo otro remedio que dejarme libre, pero estaba pensando que no iba a ser la última vez que nos llegaríamos a enfrentar. Todas estas cosas con las que me enfrentaba día a día eran un dolor de huevos, quien sabe cuando realmente podía llegar a perder la cabeza por toda esa presión, resultando en que acabe con mi vida.

Mientras tanto, solo podía seguir buscando la razón de vivir en esa situación. Podía llegar a ser Abby, no iba a querer lastimarla, no ahora que el mundo se había acabado, que habían quedado pequeños pedazos de humanidad repartidos entre los sobrevivientes. Y realmente sentía algo por ella, tal vez amor, no lo he conocido en mi vida, jamás me había sentido interesado en eso, creí que no iba a hacerme falta en mi vida. 

Me había dado cuenta que esa era la razón para seguir: Abigail...

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